Me ha costado mucho esta 4ª vez, cada vez es más duro, te lo
aseguro. Y no puedo decir que estoy recuperada de la caída; aun tengo heridas
en mis rodillas, aun me duele el alma. Estando en el suelo hubo un momento, una
chispa, que me hizo volver en sí, te da ese algo que necesitas para levantarte
y seguir. Ese día fue el domingo 13 de noviembre, gracias a mi sobrina, volví a
sentir, volví a la vida.
Nosotras (las infértiles) después de tantos años fracasando
en el intento de ser madres llegamos a un punto que se convierte en tu mundo. No
puedes mirar por la ventanilla del coche y ver una familia con hijos o una
madre o una embarazada sin que nos recuerde que no podemos conseguirlo, eso que
tan sencillo parece para todo el mundo. Parece que todos pueden menos nosotras
y que estas rodeada de bebes o embarazadas y eres esa excepción ante la regla,
la rara, la excluida.
Pero nos olvidamos que la vida es más que ser padres, son muchas cosas, el trabajo, el amor, la familia, la salud, las amistades, los hobbies (la música, pintar, escribir, leer, el cine, el teatro, la naturaleza, viajar) La vida es VIVIR, pase lo que pase. Y yo llevo mucho sin vivir, sin buscar mi trabajo deseado por miedo a quedarme embarazada y luego perderlo, pero al final ni consigo uno ni lo otro, vivo sin ilusión y sin ganas. ¿Y eso a que nos lleva? A nada. A vivir sin vivir.
El domingo me dejaron todo el día a mi queridísima sobrina,
que amo como mía, y que gracias a mi hermana disfruto mucho. Hice de tita, como
si fuera su madre. Aprendí mucho de mi, mostré lo buena madre que seria, lo
difíciles que son los niños a veces y lo paciente que soy, aprendí que se como
llevarles por donde yo quiero sin pataletas, por ejemplo para que coma, para
que acabe un berrinche. Jugué como una niña y disfrute mucho de su amor y
felicidad. Me di cuenta que desde que tuve este ultimo embarazo/aborto había
abandonado a mis sobrinos, ya no los disfrutaba, era como que los mantenía un
poco al margen de mi vida, por miedo a sentirme mal, por miedo a que la herida
se abriera más. Y me he dado cuenta que es un error.
No quiero apartarme de los que más quiero porque yo no lo
consiga, nadie tiene la culpa de eso, es lo que me ha tocado, y no quiero dejar
de disfrutarles, de llenar mi vida con sus risas, con su infancia, con su sana
inocencia, con sus reacciones y verlos crecer y no dejar de ser alguien
importante en sus vidas, por que los quiero y me contagian su alegría. Y si por
lo que sea al final no consigo ser madre al menos quiero ser su tita, su tita
especial.
Al día siguiente mi hermana dio a luz a su segunda hija, y
mucho más lejos de sentirme mal, sentí una felicidad plena, pude cambiar su
primer pañal, acariciar a mi nueva sobrina, ver la felicidad de mi hermana y
sentirla mía. Y todo se lo debo a mi sobrina, que sin querer me hizo ver que la
vida es mucho más.
Infértil, si, pero también feliz. No desistiré en
conseguirlo algún día pero mientras tanto viviré, ya estoy moviéndome para
conseguir mi empleo soñado, y mi actitud ante la vida ahora es otra. Vuelvo a
tener rumbo y muchas metas.