Hace un año perdimos nuestro cuarto tren, en este iba subido
toda nuestra energía, nuestras ilusiones, nuestra fortaleza y nuestros sueños.
Fue duro perder este ultimo tren, nos esta costando recuperarnos del bache, de este
ultimo fracaso. Pero hemos vuelto ha hacer las maletas de nuevo, a ponernos las
botas militares y las gafas de sol, dispuestos a emprender el nuevo viaje.
Ojalá esta vez no perdamos el tren, que este tren sea más
fuerte, y se quede para llevarnos toda la vida, a nuestro destino, ser papá y
mamá contigo.
Ha sido un año duro, después de la perdida hubo un tiempo de
duelo, de dolor, de buscar hasta debajo de las piedras los por qué de este
nuevo adiós, los por qué nos pasaba esto otra vez.
Me he sentido desgraciada, rota, vencida, derrotada, sin
saber si podría de nuevo ponerme en pie y volver a luchar. He cerrado el cajón
de la infertilidad con llave y no he querido saber nada de hijos, de embarazos,
de intentarlo, de reproducción asistida, ni nada de nada que tuviese que ver con
el tema.
Me he volcado en lo profesional, en levantarme de la cama
donde me escondía debajo la almohada y me he puesto, un poco sin sentido, a
hacer vida normal. Pero mis días eran grises, los sabores insípidos, si me
pinchabas con una aguja ni sangraba. Hasta que he comenzado a caminar y ver que
la vida era más que ser madre. Y he seguido con mi vida, no se puede decir que
haya sido un camino de flores, pero al menos sin ansiedad y sin obsesiones.
Pensando (a malas siempre esta esa adopción en curso que algún día llegará). Pero no he
querido mirar hacia aquí, hacia donde me hallo, en mi infertilidad y lo que me
hace sentir esto hacia mi misma.
He tenido “ayuda” psicológica por la seguridad social, pongo
entrecomillas porque no se puede decir que fuera ayuda. Tras dos meses de
espera mi cita fue con un psicólogo suplente que le conté todo mi horror y
dolor en 30 minutos, y solo pudo afirmar que era duro por lo que estaba
pasando, ya no lo volvería a ver más, para la siguiente cita tuve que llamar insistente
cada semana hasta que pusieron al psicólogo que tocaba, cuando me atendió la
nueva psicóloga, después de una hora en espera, en 15 minutos valoro que no
necesitaba seguimiento psicológico porque era muy fuerte y lo había superado
sola. ¿en serio?
Habían pasado cuatro meses, y os aseguro que no estaba
recuperada, solo había vuelto al trabajo y hacer vida normal pero interiormente
estaba como si hubiese pasado un tornado. Sensible, sin saber que sentir, sin
rumbo, ahogada. Pero así es la seguridad social, así que seguí con mi día a día.
Por suerte cambie de trabajo, al menos algo mejoro, pues ahora trabajo de lo mío.
En mayo fui a reproducción asistida de la SS a pedir un kit-kat (no me veía aun
con fuerzas de volver a la carga) me programaron nueva FIV para noviembre, pensé bien aun
queda mucho.
Tras el verano quise ver la fecha que me habían dado para la
cita de noviembre y me encontré con un choque de trenes que no esperaba, 6 de
septiembre, ¿qué? Ya? Noooo!! Me asuste, se me vino todo encima, se abrió mi
cajón cerrado y me exploto en la cara. En ese momento me di cuenta que nada
había mejorado, que no estaba preparada para afrontarlo, que necesito ayuda. Y
la busque, por supuesto no en la publica, me gasto mis cuartos bien gastados en
alguien que me ayuda de verdad, y me esta ayudando a conocer como me siento,
que quiero y a asimilar todo lo que he pasado, lo que hemos pasado.
Y poco a poco vuelvo en si, y siento que vuelve esa
luchadora que siempre he tenido dentro de mi, que si quiero enfrentarme de
nuevo a mi tren, y pillarlo, sea las veces que tenga que ser para conseguir el
que me lleve a mi destino, nuestro destino, volver a encarrilar mi vida, y a
afrontar las cosas que nos vengan. Aun estoy en ello, y miedos habrán porque es
imposible quitarte eso después de tanto sufrir, pero al menos ahora miro a la
cara a la infertilidad y digo, voy a ganar! No se cuando pero llegaras bebe. Mi
tren llegará espero que no tarde mucho más.
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